Marca Olfativa

Una marca olfativa es aquel signo distintivo que se percibe por medio del olfato. Se trata de aromas o fragancias vinculados a un producto o servicio, que nos permiten identificarlo y diferenciarlo de otros productos o servicios similares.

Los olores tienen una gran fuerza a la hora de evocarnos recuerdos y emociones. Son el estímulo más potente a nivel mnemotécnico, y por eso las marcas olfativas son cada vez más utilizadas por grandes y pequeñas empresas.

Sin embargo, la marca olfativa es un invento relativamente reciente. No como signo distintivo, sino como objeto de protección mediante la Propiedad Industrial.

¿Qué es una marca olfativa?

La Propiedad Industrial protege como marcas o signos distintivos todos aquellos elementos que:

  1. Permitan identificar un producto o servicio en el mercado y diferenciarlo de otros similares. Conocemos a esta facultad como “distintividad”.
  2. Se puedan representar gráficamente. Esto se debe a que es necesario señalar con precisión qué marca estamos utilizando para poder inscribirla en el registro.

Por tanto, cualquier elemento con distintividad que se pueda representar gráficamente se podría registrar como una marca o signo distintivo.

El problema de las marcas olfativas es que esta representación no siempre ha sido posible. De ahí que se diferencien de las “marcas tradicionales”.

Los retos de registrar una marca olfativa

Para registrar una marca olfativa necesitamos entregar al registro una muestra del aroma o fragancia que queremos proteger. ¿Cómo lo hacemos?

Evidentemente, no podemos entregar un frasco de perfume o similar, ya que sus propiedades organolépticas podrían degradarse con el tiempo. Así, perdería su facultad para representar nuestra marca.

La solución es sencilla: basta con representar la fórmula química del olor que queramos proteger. De este modo el registro siempre dará fe del aroma que identifica nuestros productos o servicios, aportando seguridad jurídica a la gestión de nuestros derechos e intereses.

La marca olfativa, por tanto, es un ejemplo de cómo el desarrollo tecnológico amplía los elementos que podemos registrar en el SENAPI. Así, cada vez que la humanidad desarrolle un nuevo modo de representar de forma clara, precisa, distinguible y duradera un nuevo estímulo, este podrá entrar a la colección de las marcas no tradicionales.

Ejemplo de marca olfativa

En 2019, el IMPI (Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial) admitió su primera marca olfativa: el olor de la plastilina Play-Doh. Se trata de una fragancia fácilmente identificable por cualquier persona que ha utilizado el producto. Por tanto, sirve a los propósitos de los signos distintivos.

Otras marcas no tradicionales

Aunque esta lista está en aumento, de momento podemos registrar:

  • Marcas tridimensionales. Se trata de aquellas que diferencian el producto o servicio mediante una forma o diseño plástico.
  • Marcas holográficas. Consisten en la utilización de un holograma, así que la única diferencia con una marca tradicional es la tecnología empleada para elaborarla.
  • Marcas sonoras. Al identificarse por medio del oído, requieren la captación del sonido para poder registrarlas.

La legislación de marcas tiende a ampliar el tipo de signos distintivos que podemos registrar. Por ejemplo, las compañías empiezan a identificarse mediante vídeos, texturas, sabores…

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